En el 2006, al norte del actual Perú, un gran hallazgo cambió la historia. Se trata del descubrimiento del fardo funerario de la Dama de Cao, la primera gobernante femenina, que se tenga constancia en América. El cuerpo momificado correspondía a la cultura Mochica y estaba acompañado por armamento, cetros-bastones ceremoniales, accesorios de lujo y todo un séquito de sirvientes sacrificados para acompañar a su señora en el mas allá. Estas prácticas solo se realizaban a las personas que tenían el estatus de gobernantes en las sociedades teocráticas. Los restos de la mujer, de 1.45 metros de altura y unos 25 años de edad, presentan tatuajes aún visibles de serpientes, arañas, cocodrilos, monos, jaguares, abejas y mariposas, que representan la fertilidad de la tierra y su posible rol de adivina. El descubrimiento se realizó en el sitio arqueológico el Brujo, en la huaca Cao Viejo. Lo llamativo de este sitio es que al día de hoy, solo lleva un 3% del territorio estudiado. El valor de monetización de este tipo de descubrimientos es muy bajo, hasta en muchos casos nulo, ya que se requiere mucho tiempo y nada garantiza un resultado exitoso. Por lo tanto, en este sistema radicalmente mercantilizado, donde la inversión en el conocimiento y cultura se piensan como un gasto, se produce un vacío de atención en este tipo de avances históricos. Recayendo en las voluntades de los equipos arqueológicos, comprometidos con su rol social.