La traza sobre Nazca

La traza sobre Nazca

 En 1928, dos años antes que se iniciaran las primeras investigaciones arqueológicas, se comenzó a construir la autopista Panamericana que sin saberlo partió en dos a «El lagarto», uno de los geoglifos más importantes de este parque arqueológico que fue declarado en 1994 Patrimonio Cultural de la Humanidad.

 

El portón de Mujica

El portón de Mujica

Llegué a Montevideo al poco tiempo del hermoso discurso del Pepe Mujica en la ONU. Hacía bastante tiempo que venía buscando puentes para conocerlo. Una noche, fui a cubrir el show de Agárrate Catalina. Y ahí estaba en primera fila, meta sonrisas, entre tanta gente, no pude acercarme. Al término del show, pasamos a la parte de atrás donde estaban los de la murga, amigos y prensa. Apenas ingresé, lo vi sentado en una mesa con su compañera Lucia, comiendo unas empanadas.

Me acerqué al de seguridad, explicándole que quería conocerlo. “Rápido… que está disfrutando”, me dijo Javier. Fui hasta la mesa y me senté al lado. “ ¿Vos quien sos? ” Todo lo que había pensado se me borró de la mente, no recuerdo bien pero creo que le dije que admiraba su trabajo y que me gustaría hacerle un retrato. Casi sin mirarme, me dijo “ Vení mañana a la chacra..” Le di la mano a Lucia, a él, di gracias y me fui.

Al día siguiente a las 5amsalí desde Montevideo con las pocas indicaciones que me había dado Javier y apurado había anotado en mi libreta. Después de dos colectivos, un taxi y una larga caminata llegué a “ La Puebla”.

Al costado de la tranquera que da ingreso a la casa, me recibió Javier al grito de «Llegaste Che…», y me invitó a pasar al container que oficiaba de garita de seguridad. Ese día se pasó entre mate y mate, lo ayudé a hacer algunos arreglos en los galpones contiguos, donde para ese entonces, estaban armando la universidad agraria. Al caer la tarde y después de mil historias, me volví sin poder conocerlo.

Al otro día regresé a media mañana. La tarde me encontró atento, escuchando los relatos que Javi no paraba de sacar de la galera de sus viajes por el mundo custodiando al Pepe. Mientras conversábamos, oímos un tractor muy cerca, Javi se asomó por la ventana y era él, que se acercaba manejando. Salimos a su encuentro. Me alegré, al fin lo tenía cerca. Se bajó, saludó y nos pidió ayuda para cambiar las paletas delanteras del tractor. Al rato me encontré todo engrasado tironeando de un tornillo gigante, mientras ellos hacían fuerza para sacarlo. Logramos cambiarlo. La tarde transcurrió viéndolo a lo lejos renegar con su viejo tractor.

Al tercer día me había sumado a algunas de las actividades de los chicos de seguridad, de a ratos mateábamos, arreglábamos cosas de la chacra, colocábamos los paneles para las futuras aulas de la universidad, alguna comida y de mi parte esperar que el Pepe apareciera.

Esa tarde sería la última. A Javi lo llamaron por teléfono, se fue para adentro de la casa y al rato desde la tranquera me llamó con un gesto, me acerqué y me dijo » Vení vamos a darle una mano y de paso lo conoces».

Entramos a la casa, nos dirigimos a un tinglado un poco desvencijado, donde el Pepe estaba haciendo maniobras para estacionar su tractor. Se bajó y saludó con su cara rígida, sentí su mano áspera y firme, que se suavizó con un gesto amable en su rostro. Sin más palabras, nos dirigimos al galpón de al lado, donde tenía varios cajones de tomates recién cosechados. El portón de chapa de la entrada estaba sostenido por una sola bisagra, caído contra el piso, así que imaginé que ese era el plan. Javi tomó un martillo, el Pepe el medio intentando enderezarlo, y yo de la punta, sostenía la chapa. Esos primeros intentos dieron pie para que, entre algunos chistes, nos relajáramos un poco. A los minutos dimos un paso atrás como pensando una solución. En eso me miró por primera vez, «Así que Argentino…»  y soltó una buena anécdota de la ex-presidenta de Argentina. De ahí unas sonrisas y luego un ping-pong de historias con Javi, de los incansables viajes que habían hecho juntos, algunos pormenores y chismes graciosos. Me dijo entre dientes que no le gustaban muchos los fotógrafos porque le sacaban fotos, se iban, hacían plata » Y acá nada…» Le conté de mí historia, de lo que hacía y pudimos conversar un rato. Por esos días se había aprobado la legalización de la marihuana, desarrolló su punto vista, haciendo hincapié en que «los malos, son los únicos que se benefician con lo ilegal». Hablamos del envío de tropas de Uruguay a la Minustha en Haiti y otros países donde tienen presencia. la reciente asunción de Macri en Argentina y cómo veía el panorama regional.

No pasaron más de 15 minutos que pidió permiso para retirarse, estaba cansado. Yo no había sacado la cámara, me había dejado helado con su rechazo a los fotógrafos. Saludó y comenzó a caminar por el sendero de tierra. Lo miré a Javi, que me miró y se encogió de hombros. Caí en la cuenta que no había hecho la foto. Respiré hondo y ya a unos metros interrumpí su caminata con un » Pepe… disculpe. ¿Le molesta si le tomo una foto? «, se dio vuelta con un gesto risueño, inclinó la cadera hacia un costado y se llevó las manos a la cintura como posando. Saqué la cámara y en menos de un segundo, disparé 3 fotos. Le agradecí y seguimos con Javi dandole batalla al portón, que el transcurso de la tarde quedó con un remiendo impecable.

Pepe Mujica en su chacra»La Puebla».

Montevideo, Uruguay. 2015.